La noche del pasado 14 de abril, el barco pesquero ruso Oleg Naydenov se hundía después de llevar desde el pasado fin de semana atacado por un incendio que no había podido controlarse. El hundimiento de un barco de estas características siempre conlleva consigo un grave problema, pero en este caso la amenaza es aún mayor teniendo en cuenta que ha tenido lugar muy cerca de Maspalomas, en Gran Canaria, una zona de alta riqueza natural.
¿Y cuál es el problema de que se hunda un barco junto a una zona en la que la protección medioambiental es más importante que quizá en otras partes? Pues que lógicamente el barco funcionaba con fuel, y un derrame del mismo podría ser mortal para muchas de las especies que habitan en dicho ecosistema.
Todos tenemos aún en nuestro recuerdo el desastres del hundimiento del Prestige y, aunque en este caso el peligro sea algo menor al no tratarse de un petrolero, hay que tener cuidado con la gestión de este caso para evitar que se repita la historia y que un paraje natural incomparable termine tiñéndose de negro.
Y ya desde el principio se han hecho cosas mal. Porque cuando el Oleg Naydemov se incendió y comenzó a no poder navegar por sí mismo, se encontraba en el Puerto de Las Palmas, donde no hubiera sido ningún problema para el medio ambiente. Sin embargo, ya sabemos que desgraciadamente los criterios económicos son los que mandan, por lo que se decidió remolcar el barco sin pensar en el peligro que podía tener un posible hundimiento en alta mar.
Y probablemente esta decisión se ha tomado sin tener en cuenta la riqueza natural porque el Puerto de Las Palmas debería tener aprobado un Plan Contingencia por Contaminación Marina, en el que aparecería detallado que es lo que hay que hacer en este tipo de casos para evitar que el ecosistema marino se vea dañado por la mano del hombre. Pero lo cierto es que, pese a tratarse de una de las zonas con mayor riqueza marina de España, este plan nunca se llegó a llevar a cabo, de forma que no hubiera ningún protocolo claro que indicara cómo había que actuar.
Algunas asociaciones ecologistas como WWF afirman también que en los días en los que el barco estuvo incendiado hubiera dado tiempo a buscar un refugio para el mismo en el que no peligrara el medio ambiente, sin que hubiéramos tenido que dejar que se hundiera en el lugar menos indicado.
La denominación de puertos de refugio para este tipo de casos es un tema que se lleva hablando en Europa desde hace años, para evitar que si un barco tiene algún problema haya que dejar que se hunda en medio del mar. Pero la realidad es que finalmente no se ha estabecido ninguno, por lo que realmente si ocurre una situación como esta no hay un sitio lógico en el que dejar que el barco se queme hasta que se venga abajo sin dañar a nadie.
El fondo marino de Las Palmas cuenta con una extraordinaria combinación de comunidades biológicas. Destaca especialmente la existencia de corales en profundidad y la presencia de una especie de delfín que resulta muy difícil de encontrar en esa zona. Por lo tanto, aunque de momento parece que los vertidos no han llegado a provocar una catástrofe demasiado grande, se ha puesto en peligro la vida de unas especies muy especiales simplemente por no tener planificado un protocolo de actuación para los casos en los que algún barco se encuentre con algún problema.
Deberíamos haber aprendido de los errores del pasado y no permitir que este tipo de cosas siguieran pasando. Es cierto que, al menos de momento, en Canarias parece que no se ha producido la catástrofe, pero si no tenemos cuidado de nuestros mares cuando se producen estas situaciones podemos terminar volviendo a lamentar nuestra inconsciencia como ya ocurrió cuando las costas gallegas se llenaron de chapapote años atrás.
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