Al estudiar la evolución de la aversión al riesgo, investigadores de la Universidad Estatal de Michigan encontraron que está en nuestra naturaleza, desde el principio de la humanidad, tomar la opción más segura cuando las apuestas son altas, como en el caso de si elegimos o no a una pareja.
Investigadores especializados en evolución en evolución han determinado que elegir a alguien que esté bien es una estrategia evolutiva mejor que esperar a encontrar la pareja perfecta pese a lo que desde el cine y la literatura más comercial se suele promover.
«Los humanos primitivos se veían forzados a apostar por si podrían encontrar o no una pareja mejor», dijo Chris Adami, profesor de microbiología y genética molecular y coautor del estudio. “Podían elegir emparejarse con el primer, potencialmente inferior, compañero y arriesgarse a tener una descendencia peor, o podían arriesgarse a esperar a encontrarse con la pareja perfecta”, dijo. “Si esperaban mucho a la elección, se arriesgaban a no emparejarse nunca”.
Adami, y el coautor del estudio Arend Hintze, investigador asociado de la Universidad Estatal de Michigan, utilizaron un modelo informático para trazar los comportamientos asociados a la toma de riesgos a través de miles de generaciones de evolución con organismos digitales. Estos organismos fueron programados para apostar en apuestas con alta rentabilidad, las cuales reflejaban las decisiones que pueden afectar a la vida que los organismos naturales deben tomar, como por ejemplo, elegir una pareja.
Esperar a encontrar la pareja perfecta es una apuesta arriesgada
“Un individuo puede puede elegir esperar a encontrar una pareja corriendo el riesgo de no encontrarla y no dejar progenie”, dijo Adami. “Emparejarse pronto para tener la apuesta segura confiere una ventaja evolutiva si se vive en grupos pequeños”.
Adami y su equipo probó muchas variables que influencian el comportamiento asociado al riesgo y concluyeron que ciertas condiciones influyen en el proceso de toma de decisiones. La decisión puede ser un evento que se produce una única vez en la vida y que tiene un gran valor para el futuro del individuo como por ejemplo las posibilidades de producir descendencia.
La aversión al riesgo está correlacionada con el tamaño de grupo en el que crecemos. Si se crece en un grupo pequeño, menor de 150 personas, se tiene de a correr menos riesgos que aquellos que son parte de una comunidad más grande.
Esto puede deberse a que los humanos primitivos vivían en grupos pequeños, de alrededor de 150 individuos. Como los recursos tendían a ser más escasos en pequeñas comunidades, el entorno promueve la aversión al riesgo.
«Encontramos que el factor que influyen en la evolución de la aversión al riesgo es el tamaño del grupo, no el tamaño total de la población», indicó Hintze.
Sin embargo, no todo el mundo desarrolla la misma aversión al riesgo. El estudio también encontró que la evolución no prefiere una forma única, óptima de hacer frente a los riesgos, sino que permite un rango entree menos y más arriesgados comportamientos para evolucionar.
«No todos evolucionamos de la misma forma», dijo Adami. «La evolución crea dversidad en la aceptación del riesgo, por lo que se pueden ver personas que son más propensas a tomar grandes riesgos que otras. Nosotros vemos este fenómeno en nuestras simulaciones».
No dejan de ser interesantes este tipo de estudios que indagan en el comportamiento social de los individuos desde un punto de vista evolutivo.
Foto de Leo Hidalgo
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