- “Las áreas protegidas del mundo no protegen la biodiversidad” – dicen los investigadores.
- El estudio indica que la protección de los hábitats se centra en zonas de escaso valor económico sin tener en cuenta las necesidades reales
La pérdida de hábitat es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad; no sorprende, por tanto, que la optimización de las áreas protegidas sea una de las principales prioridades de los responsables políticos.
Sin embargo, un estudio llevado a cabo por el Prof. Oscar Venter y sus colegas, publicado el 24 de junio en la revista Plos Biology, constata que muchas de las áreas protegidas se establecen en zonas de escaso valor económico, dejando desamparada la biodiversidad que se encuentra en tierras más valiosas y las especies protegidas más interesantes.
Está prevista la ampliación del territorio protegido durante la próxima década; pero la elección de tierras de peor calidad parece que va a mantenerse. ¿Cómo optimizar el número de especies protegidas de la manera más rentable? Venter y sus colegas creen haber descubierto parte de la respuesta.
Las metas de Aichi para las especies en peligro
En 2010, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD, en sus siglas inglesas) adoptó una serie de objetivos para la próxima década: las llamadas «Metas de Aichi». Las más ambiciosas son la número 11 y la 12. La primera pretende la ampliación de la red de áreas protegidas, pasando de ocupar el 13% del total de la superficie terrestre (a excepción de la Antártida) hasta alcanzar el 17%. La segunda, la detención de la extinción de las especies ya amenazadas. Ambos propósitos están íntimamente relacionados, puesto que la protección de las especies en peligro depende directamente de la preservación de su hábitat. Sin embargo, Venter y sus colegas creen que, si se siguen los métodos actuales de selección de nuevas áreas protegidas, el número de especies de vertebrados bajo tutela aumentará sólo en 249; un resultado muy bajo si se tiene en cuenta que el total de vertebrados necesitados de protección se estima en 4. 118. Por tanto, el número de especies protegidas debería aumentar.
Venter y sus colegas calculan que la suma total derivada de la protección de todas estas especies de vertebrados podría ascender a 43 billones de dólares en coste de “oportunidad perdida” (por no utilizar la tierra para la agricultura); coste 750% más elevado del que resultaría siguiendo la estrategia actual.
Entonces, ¿cómo podemos conciliar el bajo coste de las líneas de actuación establecidas con una elevada protección de las especies amenazadas de cara al establecimiento de las nuevas áreas protegidas? Es importante destacar que Venter y sus colegas observaron en su estudio que un alto porcentaje en la mejora de las condiciones de protección –pongamos un 400%- comporta un porcentaje relativamente bajo en el aumento del coste de oportunidad -50%-.
El estudio está pendiente de ser matizado; de entre todas las especies animales amenazadas por la pérdida de hábitat, sólo tiene en cuenta a los vertebrados y, por otra parte, se centra de forma exclusiva en el valor del territorio de las áreas protegidas y no protegidas, sin llegar a abordar el estudio del tipo de gestión que se da en los mismos. Sin embargo, sus resultados ya apuntan a la posibilidad de un “justo medio” en el que los países puedan obtener una importante mejoría en la preservación de la biodiversidad a un coste de oportunidad mínimo; proporcionando un fragmento de una hoja de ruta más encaminada a la consecución de las metas 11 y 12 de la Convención sobre la Diversidad Biológica.
Una gran parte de las áreas protegidas del mundo no cuentan con planes de gestión adecuados o directamente no cuentan con planes de gestión, y se convierten más en un reclamo publicitario y/o un mero trámite para cumplir los acuerdos internacionales. Será necesario esperar a algún estudio que aborde la eficacia de la gestión de las áreas protegidas.
Fuentes: Paper in PLOS Biology: www.plosbiology.org/article/in… journal.pbio.1001891
Foto de Colectivo Ecologista Jalisco
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