De acuerdo a una investigación de la Universidad de Virginia llevada a cabo por el economista Federico Ciliberto, la amplia adopción de cultivos modificados genéticamente ha disminuido el uso de insecticidas pero ha incrementado el uso de herbicidas debido a que las malas hierbas se vuelven cada vez más resistentes.
Ciliberto ha realizado el estudio más amplio hasta la fecha de cultivos modificados genéticamente relacionado con el uso de pesticidas junto con Edward D. Perry de la Universidad Estatal de Kansas, David A. Hennessy de Universidad Estatal de Michigan y GianCarlo Moschini de la Universidad Estatal de Iowa. Los cuatro economistas estudiaron los datos anuales de más de 5000 granjas de soja y 5000 de maíz en los Estados Unidos desde 1998 a 2011. Este estudio es más amplio que los anteriores que se limitaban a uno o dos años de datos.
14 de años de datos de cultivos modificados genéticamente y uso de plaguicidas
“El hecho es que tenemos 14 años de datos de los granjeros a lo largo de Estados Unidos que hacen este estudio muy especial. (…) Tenemos observaciones repetidas de las mismas granjas y podemos ver cuando adoptaron los cultivos modificados genéticamente y como ha cambiado su uso de químicos.”
Desde 2008, los cultivos avance de ingeniería genética suponen más del 80% de los cultivos plantados en los Estados Unidos de soja y maíz. Las semillas de maíz se modifican en dos genes: uno mata los insectos que se alimentan de la semilla y otro que permite a las semillas ser tolerantes al glifosato uno de los herbicidas más perseguidos por el movimiento ecologista y cuyo uso está muy extendido (recientemente Francia lo ha prohibido para usos no profesionales) Uno de los más conocidos es Roundup de la empresa Monsanto. En las semillas de soja sólo se modifica en un gen, que las hace resistentes al glifosfato.
Los resultados del estudio
Como era de esperar, los agricultores que utilizaban las semillas resistentes a insectos utilizaban cantidades significativamente inferiores de insecticida, sobre un 11,2% menos que los agricultores que no utilizaba las semillas modificadas genéticamente. Los agricultores de maíz, además, utilizaron un 1,3% menos de herbicida durante el período de 13 años.
Sin embargo, en los cultivos de soja se observa un incremento significativo en el uso de herbicidas, siendo un 28% mayor el uso de herbicidas en los cultivos con semillas modificadas genéticamente que en los que no habían utilizado este tipo de semillas. Este incremento se atribuye a la proliferación de malas hierbas resistentes al glifosato. Entre las conclusiones del estudio, se observa que al principio hay una reducción en el uso de herbicidas sin embargo, éste se incrementan el tiempo por la resistencia al glifosato en los cultivos de soja.
En el caso de los agricultores de maíz, todavía no se ha a llegado ese nivel de resistencia, en parte porque ellos no adoptaron los cultivos modificados genéticamente tan rápido como sus compañeros en la industria de la soja.
Sin embargo, el estudio se han encontrado evidencias de que en ambos casos se incrementado el uso de herbicidas durante los últimos cinco años. Esto señala que la resistencia al glifosato es un problema creciente. Desde 2006 a 2011, el porcentaje de hectáreas en las que se había aplicado solamente glifosato, bajó desde el 70% al 41% para los agricultores de soja y desde más del 40% al 19% para los de maíz. Esta disminución procede de qué los agricultores han tenido que cambiar de herbicida debido a la resistencia desarrollada.
De acuerdo a Ciliberto, “la evidencia sugiere que las malas hierbas se están volviendo cada vez más resistentes y los agricultores tienen que utilizar más químicos y en mayor cantidad”.
¿Los insectos desarrollan este tipo de resistencias?
Los insectos no parece que hayan desarrollado una resistencia similar, en parte porque las regulaciones federales obligan a los agricultores a tener una zona libre de cultivos modificados genéticamente (safe haven) en sus campos.
Insectos y gusanos no necesitan desarrollar resistencias porque cuentan con estas zonas, y porque interactúan y se reproducen con insectos de otras partes el cultivo que ayudan a prevenir el desarrollo de genes resistentes.
El problema de la resistencia a herbicidas y el medioambiente
A pesar de la disminución el uso de insecticidas, el último crecimiento en el uso de herbicidas puede ser un problema para medioambiente ya que grandes dosis de plaguicidas pueden dañar la biodiversidad e incrementar la contaminación del agua y el aire.
Los autores del estudio midieron el impacto total ambiental de los cambios en el uso de productos químicos como resultado de la adopción de cultivos modificados genéticamente, usando una medida llamada cociente de impacto ambiental, en inglés EIQ (environmental impact quotient), para contabilizar el impacto en los trabajadores de los cultivos, en los consumidores y en el medioambiente.
Comparando cultivos modificados únicamente con no modificados, encontraron pocos cambios en el impacto sobre los trabajadores de los cultivos y los consumidores. Sin embargo, la adopción de cultivos modificados genéticamente de soja correlacionaban con un impacto negativo en el medioambiente a medida que el uso de herbicidas aumentaba la contaminación de los ecosistemas locales. Lo más sorprendente para los autores del estudio es el fuerte patrón en el uso incrementado de herbicidas.
El problema de los cultivos modificados genéticamente no parece ser un problema de salud pública sino de carácter medioambiental por su potencial impacto sobre la biodiversidad.
Fuente: http://advances.sciencemag.org/content/2/8/e1600850
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