Desde hace unos años, hemos venido observando como en diversos lugares del mundo se están produciendo temporales en invierno que hacía bastante tiempo que no se veían. Por ejemplo, el pasado invierno hubo una importante ola de frío que azotó el este de Estados Unidos como pocas veces había podido verse antes. Y fueron muchas las voces que achacaron la llegada de estas temperaturas tan extremas al cambio climático. Sin embargo, un reciente estudio ha demostrado que el calentamiento global no sólo no provoca olas de frío, sino que puede llegar a causar el efecto contrario.
Han sido los científicos del ETH Zurich y el Instituto de Tecnología de California quienes han demostrado que el cambio climático no puede llegar a provocar temperaturas extremas durante el invierno, sino que lo que hace habitualmente es reducir la variación de las temperaturas a lo largo del año.
La hipótesis que se había sostenido hasta ahora era la de que, como el cambio climático estaba provocando que se derritiera el Ártico, las corrientes heladas estaban provocando una bajada generalizada en las temperaturas durante el invierno, lo que había llegado hasta el este de los Estados Unidos produciendo los inviernos helados que hemos sufrido durante los últimos años. Sin embargo, ahora se acaba de llegar a una conclusión diferente.
Los científicos que han trabajado en el proyecto, liderados por el profesor Tapio Schneider, del ETH Zurich, realizaron simulaciones climáticas para demostrar su hipótesis de que el cambio climático no sólo no tenía nada que ver con las grandes heladas, sino que podía llegar incluso a evitarlas.
La homogenización de la temperatura sería consecuencia del calentamiento global
El estudio ha demostrado que las latitudes más altas se están derritiendo a un ritmo más alto que las más bajas, lo que hace que las diferencias de temperatura entre los polos y el ecuador sean cada vez más bajas. No se trata, por tanto, de que las temperaturas de los polos se estén extendiendo al resto del planeta, como han venido pensando los científicos durante años, sino más bien todo lo contrario, se está llegando a una temperatura intermedia en todo el planeta. Así, los inviernos extremos, así como los veranos especialmente calurosos, serán en un futuro algo cada vez menos común.
Esta teoría demuestra no sólo que el cambio climático no tiene nada que ver con las heladas que se están produciendo en los Estados Unidos, sino que ahora que las temperaturas de la Tierra están cambiando es incluso más raro que se produzcan este tipo de inviernos con temperaturas tan extremas.
Y ahora es cuando muchos pensarán que entonces el cambio climático no es tan malo, puesto que puede hacer que las temperaturas en todo el mundo sean más agradables. Pero nada más lejos de la realidad. Hay numerosas especies que necesitan de fuertes calores o de temperaturas muy bajas para poder sobrevivir, y una temperatura media en todo el planeta supondría la destrucción del ecosistema para numerosos animales y plantas.
Incluso si pensamos únicamente en los seres humanos las consecuencias también serán nefastas, puesto que el movimiento de las placas de hielo procedentes de los polos puede hacer que cada vez haya más temblores y terremotos. Vamos, que lo de tener temperaturas templadas todo el año no parece tan buena idea.
Además, hay que tener en cuenta que el cambio climático está tendiendo al calentamiento generalizado del planeta. Por lo tanto, no se puede achacar al calentamiento global la existencia de inviernos extremos, pero sí que podremos ver a lo largo de los próximos años como la temperatura de todo el planeta se incrementa poco a poco. Esto puede llegar a provocar veranos extremos que sean un desastre para gran parte de la humanidad ya que alterará la producción de alimentos entre otras cosas.
Fuente: http://phys.org/news/2015-03-climate-extreme-winters.html#ajTabs
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