Las serpientes de coral y la evolución del veneno

serpiente coral azul

Las serpientes de coral pertenecientes a la familia Elapidae, son un grupo de serpientes altamente venenosas que se caracterizan por sus vivos colores. La serpiente de coral azul de Malasia (Calliophis bivirgatus) que se engloba dentro de esta familia es una de las más venenosas y bellas del mundo.

En un estudio publicado en Toxins realizado por el profesor asociado Bryan Fry de la School of Biological Science de la Universidad de Queens (en Australia), se ha encontrado que su veneno no se parece al de ninguna otra serpiente.

serpiente coral azul

Las serpientes pueden tener dos tipos de veneno principalmente en función del tipo de molécula y el sistema al que afecta: pueden ser veneno a base de neurotoxinas que afecta al sistema nervioso o veneno con hemotoxinas que afecta al sistema circulatorio y en particular a la sangre. Las hemotoxinas pueden agruparse a su vez dentro de un grupo de sustancias mayor llamadas citotoxinas que engloban también a las toxinas fosfolipasas que rompen la membrana celular y cardiotoxinas que afectan directamente al corazón.

A diferencia de otras serpientes con veneno neurotóxico (que suelen causar una parálisis flácida), este veneno funciona de manera idéntica al de los caracoles cono (familia Conidae), y algunas arañas, escorpiones y anémonas y no como el de cualquier otra serpiente; lo que lo hace tan potencialmente letal y la convierte en una de las serpientes más mortíferas. Estas serpientes se han especializado en predar sobre otras serpientes venenosas, incluyendo cobras.

Las películas nos alertan sobre este tipo de serpientes sin embargo, no es tan instantáneo como puede aparecer en el cine. Normalmente, una cobra tarda minutos en matar un roedor y mucho más tiempo en matar a humanos, algunas veces tardan horas.

En este caso, la forma de actuar del veneno de la serpiente de coral azul es a través de una toxina, llamada caliotoxina que envía un shock masivo al sistema disparando espasmos corporales que causan que todos los nervios se estimulen a la vez. Esto causa una parálisis similar a la del tétanos evitando que la presa escape.

Sin embargo, este veneno provoca una rápida sensación abrasadora pero no mata instantáneamente. Activa todos los nervios de su presa (que podrían ser posibles predadores) al mismo tiempo dando como resultando una especie de «estado de congelación» en el que la presa no puede moverse. Esto se produce porque evita que los nervios desactiven sus canales de sodio, manteniendo el nervio activo continuamente. No existe antídoto conocido para este veneno que ha causado dos muertes en este siglo.

Descripción de la serpiente de coral azul

Su coloración, que combina rayas azul eléctrico junto con una cabeza y cola rojo neón, la convierte en una de las serpientes más llamativas. Algunas otras serpientes también adquieren la misma librea para utilizar el mimetismo batesiano (simulan que son peligrosas pero no lo son).

Además de la peligrosidad de su veneno, cuentan con las mayores glándulas secretoras de éste que abarcan una cuarta parte de la longitud de su cuerpo.

El estudio de este veneno podría ayudar a mejorar los tratamientos para el dolor para humanos, ya que abre nuevas opciones en el estudio del mecanismo en el estudio de los canales de sodio de los nervios.

Cómo actúan los venenos de otras serpientes y su sentido evolutivo

La serpiente de cascabel del Pacífico norte (Crotalus oreganus) y las serpientes taipán continentales (Oxyuranus microlepidotus) se alimentan ambas de de roedores a los que infligen mordeduras con heridas letales. Ambas especies, liberan a sus presas después de la mordedura.

En el caso de la serpiente cascabel, el veneno que inyectan en la presa es la crotamina, una neurotoxina que paraliza las extremidades traseras de los roedores en segundos, asegurándose que no escapan lejos de la serpiente durante los aproximadamente dos minutos que tardan en morir.

Las serpientes taipán son cazadoras más veloces que se enfrentan a sus presas en espacios subterráneos confinados y que debido a esto podrían sufrir graves heridas de represalia. Su veneno es el más tóxico para los roedores que cualquier otra serpiente. Contiene un complejo enzimático que provoca una rápida coagulación que causa pequeños trombos en el sistema circulatorio de los roedores que supone la muerte fulminante. Si la serpiente taipán muerde a un humano, la misma cantidad de veneno se diluye en un volumen  mayor de sangre que produce pequeños microtrombos que son demasiado pequeños para causar un ictus pero que consumen todos los factores de coagulación provocando la muerte por hemorragia interna o cerebral.




El caso de las mambas (Dendroaspis) difiere un poco ya que son serpientes arbóreas pertenecientes a la familia Elapidae que se alimentan de aves. En este caso, el veneno que utilizan para dominar a las presas contiene una neurotoxina peptídica única que causa rápidamente la parálisis excitatoria a través de la inhibición de los canales de potasio dependientes de voltaje.

Otras especies de serpientes arbóreas, como la serpiente bandeada (Hoplocephalus stephensi) usa una toxina peptídica natriurética (es decir, con efecto vasodilatador) que causa una caída precipitada en la presión sanguínea de las presas.

Una de las hipótesis del estudio reseñado anteriormente, plantea que la evolución de las especies y las distintas formas de veneno que aplican está afectada por las presas sobre las que predan, adaptándose a las respuestas lucha o huida. Los caracoles cono tienen interacción con peces, las mambas con aves, y las serpientes de coral con otras serpientes que se mueven rápidamente y que podrían atacarlas de forma letal como defensa.

El estudio de las diferentes especies y el funcionamiento del veneno puede aportar nuevas evidencias sobre la evolución de estos grupos y ayudar a la mejor comprensión del estudio de los canales de sodio; y aportar nuevas vías en el tratamiento del dolor en humanos.

Licenciada en Biología con las especialidades ambiental y marina por la Universidad de Alicante.