Walnut, la grulla que se enamoró de su cuidador

Siempre hemos escuchado eso de que el perro es el mejor amigo del hombre. Todos los que tenemos mascotas sabemos todo el amor que podemos llegar a sentir y a obtener de un animal. Pero, ¿y si esa relación de amor correspondido se tiene con un animal que se sale un poco de lo habitual?.

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Eso precisamente es lo que le ha ocurrido a Chris Crowe, un cuidador de un Instituto de Biología de Virginia, en Estados Unidos, que mantiene una relación de amor de lo más peculiar con una de las grullas que tiene a su cargo. De hecho Walnut, que así se llama el animal, apenas quiere tener relación de ningún tipo con otro ser vivo que no sea Chris. Y ya no hablaos sólo de humanos, es que Walnut ni siquiera quiere relacionarse con otros de su especie.

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La historia de Walnut es un poco particular. El animal fue criado por seres humanos en un zoológico en Estados Unidos, por lo que se ha acostumbrado a confiar y encariñarse con nuestra especie. Pero esto no sería un problema si no fuera porque, además de desarrollar un cariño especial hacia los seres humanos, también ha crecido con una fuerte hostilidad hacia el resto de grullas. De hecho, en el zoológico en el que se crió, llegó a matar a dos machos de su propia especie, lo que hizo que tuviera que ser trasladada al centro donde conoció a Chris, ya que un zoo no es el lugar ideal para un animal con problemas de agresividad.

Cuando Chris se puso en su camino, la vida de Walnut dio un giro. De hecho, lo primero que hizo el animal en cuanto conoció a su nuevo cuidador fue levantar las alas y ponerse a bailar, algo que en esta especie es habitual cuando están intentando cortejar a otro ejemplar con el que buscan el apareamiento.

Lejos de sentirse intimidado por esta atención, Chris se mostró encantado ante la idea, y se propuso conocer de manera individual no sólo a Walnut, sino a todas las grullas que tiene bajo su supervisión. De hecho, aunque el cuidador llevaba años trabajando en los campos estadounidenses con animales tan diferentes como águilas o lobos, ahora se ha especializado en el cuidado de esta especie que parece sentir tanta simpatía ante él. Una simpatía que no resulta nada habitual, ya que la relación entre las grullas y los seres humanos nunca ha sido demasiado idílica.

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Y es que la grullas tienen motivos para temer a los humanos, ya que nuestra especie lleva años dañando el hábitat de las grullas y poniéndolas en peligro.

El que Chris haya conseguido tener una relación buena con Walnut y el resto de las grullas que cuida es una excelente noticia, ya que estamos ante una especie en peligro de exinción de la que en la actualidad únicamente quedan unos 5.000 ejemplares en todo el mundo, por lo que es importante que trabajemos en protegerlas.

Al peligro de la desaparición de las grullas no se le ha dedicado tanta atención como a otras especies como el lince, quizá porque no sea un animal que en principio despierte mucha simpatía en los seres humanos. Sin embargo, una historia como la de Walnut y Chris puede hacer que nos demos cuenta de lo maravillosas que pueden llegar a ser hasta las especies menos conocidas. Todos los animales merecen que invirtamos nuestro esfuerzo en salvarlos de la desaparición, aunque en principio podamos pensar egoístamente que si no es un animal que no trata habitualmente con humanos no merece la pena el esfuerzo.