Hace un tiempo, hablábamos de los problemas que podía suponer el deshielo del permafrost y sus efectos sobre el cambio climático. En Siberia, se está produciendo una situación cada vez más frecuente que puede tener consecuencias indeseables: son las burbujas de metano que se dan en el subsuelo y que pueden tener riesgo de explosión por lo inflamable de este gas.
Este fenómeno se observó por primera vez en Bely Island. Parte del suelo se volvía elástico como una colchoneta elástica, lo que se atribuyó al deshielo del permafrost y la liberación de metano. De hecho, esto iba unido a que esta isla emitía gases de efecto invernadero a una tasa bastante elevada: el gas que escapaba desde el subsuelo contenía 100 veces más metano de lo normal y 25 veces más dióxido de carbono; que lo normal en zonas adyacentes.
En aquellos momentos, se habían documentado 15 burbujas de metano y agua. Ahora, se han reportado 7.000 en las penínsulas de Yamal y Gydan. Considerando la inflamabilidad del metano una de las hipótesis que se plantean es que pueda explotar con los riesgos de seguridad que puede conllevar, además de sus efectos sobre el cambio climático.
En este vídeo hay un ejemplo de los efectos de la explosión de un cráter de este tipo en el que las emisiones de metano son un 9,6% superiores a las zonas adyacentes.
En esta zona se ha documentado una reserva somera de gas situada entre 500 y 1200 metros de profundidad que quedaba atrapada por el permafrost. Con el deshielo se están creando fisuras y planos de debilidad por donde el metano puede escapar con mayor facilidad y crear formaciones por el efecto de la presión como estas:
En otras zonas, las burbujas no son tan grandes pero sí generan situaciones tan extrañas como esta:
Un círculo vicioso de calentamiento global
El aumento de burbujas de metano que puedan liberar este gas a la atmósfera en grandes cantidades es algo preocupante para el calentamiento global. El metano es un gas con un efecto invernadero muy superior al CO2 aunque su presencia en la atmósfera de manera natural es muy baja. Por este motivo, el principal gas que ha preocupado siempre es el CO2: su efecto invernadero es menor pero su concentración es la más elevada y con gran diferencia.
Si la concentración de metano en la atmósfera empieza a aumentar, el calentamiento del planeta se puede acelerar contribuyendo al aumento de la emisión de metano de otras zonas de permafrost y llegando a unas concentraciones que pudieran alcanzar el punto de no retorno.
Un planeta cada vez más cálido supone que los océanos absorben más cantidad de CO2 con el riesgo de acidificación de los océanos. El impacto de la acidificación del océano puede ser crítico ya que puede limitar la formación de estructuras calcáreas en los organismos marinos: corales, esponjas de esqueleto calcáreo, moluscos, además de plancton, pueden ver amenazada su existencia y con ello todo el ecosistema marino.
Todavía hacen falta más estudios para valorar cómo evolucionan estas burbujas y sus efectos pero el incremento de temperaturas en Siberia en los últimos años no ayuda.
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