Este año nos encontramos con uno de los años más cálidos de toda la serie histórica en Europa, atribuido con mucha probabilidad al cambio climático, una de las grandes preocupaciones de este siglo. Para su estudio, se encuentra un lugar recóndito en el Océano Ártico donde su principal función es el estudio del mismo.
En el archipiélago de Svalbard en el corazón del Ártico más próximo a Noruega, se encuentra la isla de Spitsbergen, la más grande del archipiélago situado en la confluencia del océano Ártico con el mar de Barents y el mar de Groenlandia.
Hasta el comienzo de la década de los 60, la minería del carbón era la principal industria de esta isla, donde se encuentra el asentamiento humano más septentrional del mundo. En la actualidad, la ciudad de Ny-Alesund propiedad de la empresa pública noruega King’s Bay, ubicada en esta isla se dedica totalmente a la ciencia, al estudio del cambio climático. En particular, cómo se notan sus efectos en los mares y océanos del mundo.
Para su estudio, existe un grupo de avezados buceadores extremos que son los que se sumergen en las aguas congeladas para obtener las muestras necesarias para el estudio. Desde mitad de abril hasta el final de agosto cuando el sol nunca se pone, docenas de investigadores se asientan allí para poder aprovechar todas las horas solares para sus estudios sobre el cambio climático.
Este lugar, cuenta con unas instalaciones excepcionales pese a su localización, en un clima tan extremo y apenas a mil kilómetros del Polo Norte (1231 km para ser exactos), ya que es una ventana única para observar el cambio climático, cuyos efectos son mucho más pronunciados en la región ártica (este artículo es un ejemplo de los efectos del cambio climático en la región del ártico).
Las temperaturas cada vez más altas están haciendo cambiar las especies que se encuentran debajo de las islas de Ny-Alesund. Ahora se encuentran nuevas especies de krill y peces, como el bacalao atlántico y la caballa. El buceo en estas aguas es el que nos muestra todos estos cambios debidos al cambio climático.
¿Cómo ayudan los buceadores al estudio del cambio climático en el Ártico?
Según explica Max Schwanitz, un buceador de 52 años que lleva trabajando desde 1994 en la estación francoalemana que está allí, los científicos proporcionan una lista de tareas a los buceadores.
Esta lista de tareas pueden ser tomar nota de qué tipos, tamaños y cantidad de algas quieren y a qué profundidad se deben buscar.
Sobre finales de julio, la temperatura de la superficie del agua está entre 3 y 7 grados centígrados en el fiordo pero a principios de la estación, la temperatura a la que buceaban era menor de 2 grados. El agua de mar es más difícil que se congele, por lo que la congelación suele suceder sobre -2,6 grados centígrados, por tanto, bucear bajo hielo es bastante raro en Ny-Alesund.
Sin embargo, la complejidad de las inmersiones no sólo son por la extrema temperatura si no también cuando la visibilidad es baja o las corrientes son fuertes.
La complejidad del buceo en las aguas frías del Ártico
Para estos buceadores, el talón de Aquiles es el frío en las manos. Aunque, el equipo que utilizan es especializado y muy tecnológico, las manos son siempre un problema para los buceadores ya que son la parte más sensible para el frío.
Normalmente, el buceo suele durar entre 30 y 45 minutos aunque podrían aguantar hasta 90 minutos si no fuera porque las manos llegado a ese tiempo se encuentran muy muy frías. No sólo es la terrible sensación, sino que dificulta la realización de ciertas tareas como por ejemplo, el ajuste del equipo fotográfico y otros instrumentos de medida de la temperatura, luz, turbidez o simplemente la toma de muestras, por lo que no merece la pena prolongar el buceo.
El resto del cuerpo se encuentra bien protegido gracias a trajes especializados para aguas frías, como son lo trajes secos, o tal y como relatan en la fuente de este artículo,trajes húmedos que, en este caso son de 7 milímetros de espesor, y que suelen llevar con ropa interior (o ratas como también se llaman en el mundillo) similar a la que se utiliza para esquiar.
Entre los voluminosos trajes, el lastre que suelen llevar entre 18 y 20 kilos y el resto del equipo, pueden llegar a cargar unos 40 kilos.
Pero no sólo el frío en el Ártico es un problema, como todo buceador sabe la seguridad es la mayor preocupación, también para las aseguradoras que demandan cosas muy específicas para poder asegurarlos.
Los equipos están formados por tres buceadores, aunque a diferencia del buceo deportivo no bucean en parejas. Uno de los buceadores se sumerge, mientras que el segundo está listo para bucear en caso de que haya algún problema. El tercero está a cargo del barco. No deja de sorprender desde la perspectiva del buceador recreativo, el hecho de que no se sumerjan en parejas.
Desde 2005, esta ciudad del Ártico cuenta con una cámara hiperbárica ya que se encuentran muy alejados de otros puntos a donde acudir en caso de accidente.
Antes de contar con esta cámara hiperbárica, cada mañana, los buceadores tienen que comprobar que el tiempo atmosférico es lo suficientemente bueno para permitir que un avión vuele desde Longyearbyen, la principal ciudad de Spitsbergen en caso de que haya una emergencia, y se pueda volar a la península noruega, donde estaba la cámara hiperbárica, a cuatro horas de camino. El estudio del cambio climático entrañaba sus riesgos.
Desde los 10 años que lleva instalada la cámara, sólo se ha utilizado en los ejercicios de prácticas y nunca para atender un accidente de buceo real.
Normalmente, se bucea en profundidades de 18 a 20 metros ya que la mayoría de los experimentos se realizan a esas profundidades, por lo que las consideras inmersiones seguras.
Curiosamente, esta ciudad Ny-Alesund es parada obligatoria para los cruceros que se realizan en esas latitudes y es un pequeño destino turístico. Sería una experiencia única poder ir y ver cómo estos buceadores e investigadores realizan su interesante y necesario trabajo para conocer los efectos del cambio climático.
Fuente: http://phys.org/news/2015-08-extreme-crucial-arctic.html
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