El cangrejo de río americano, Procambarus clarkii, es un crustáceo decápodo que habita cursos de agua dulce y es nativo de la costa del Golfo de México. Ha sido introducido por diferentes motivos en países de Asia, Europa y África. Mientras que en el norte de Europa las poblaciones mantienen un crecimiento controlado y no suponen un gran problema, en los países del sur del continente, entre ellos España, esta especie se ha convertido en una verdadera plaga.
Morfología de un crustáceo invasor
Los individuos adultos pueden alcanzar los 12cm de longitud y 50g de peso. Se distingue de otras especies por su característico color rojo (su otro nombre común es precisamente “cangrejo rojo”), particularmente por la presencia de bultos de un color rojo brillante sobre sus pinzas. Estas tienen un tamaño considerable pese al pequeño tamaño de los cangrejos, siendo casi tan largas como el cuerpo del animal.
Se trata de una especie resistente a las sequías, siendo incluso capaz de desplazarse varios kilómetros en terreno seco. También es tolerante al agua salada, lo cual es raro entre los cangrejos de agua dulce. Esta resistencia a los cambios ambientales le permite colonizar cursos de agua con rapidez, aprovechando que puede sobrevivir en unas condiciones que otras especies de cangrejos no toleran.
En los EEUU, así como en países donde la especie fue introducida para su cría en cautividad, el cangrejo rojo es un alimento bastante popular. Tanto es así que en la década de los 90 esta especie de cangrejo de agua dulce era la más consumida a nivel mundial, correspondiendo el 90% del mercado mundial a ejemplares procedentes de Louisiana. Fue esta popularidad lo que hizo que se exportara a otros países y posteriormente se convirtiera en un serio problema para los ecosistemas.
Problemática del cangrejo americano
Como en otros casos parecidos de invasiones biológicas, el problema llegó cuando individuos de cangrejo americano fueron liberados al medio natural y allí establecieron poblaciones silvestres, que comenzaron a expandirse con rapidez. En el caso de España, el principal problema es que esta especie compite con las especies nativas de cangrejos de agua dulce, desplazándolas de sus hábitats.
Las dos especies autóctonas que se encuentran amenazadas por el cangrejo americano en España son Austropotamobius pallipes, el “cangrejo de patas blancas”, y el Astacus astacus, también llamado “cangrejo noble”. Ambas especies se encuentran distribuídas por gran parte de Europa, pero también es el caso del cangrejo americano. El cangrejo de patas blancas se encuentra en la lista de especies amenazadas de la UICN.
El principal problema del cangrejo de río americano, no obstante, es que es una especie portadora del parásito Aphanomyces astaci, que no afecta al cangrejo de río pero sí a las especies autóctonas europeas. Este parásito provoca una enfermedad llamada afanomicosis o peste del cangrejo, con una mortalidad del 100% y que diezma poblaciones enteras en los ríos donde se manifiesta.
Las medidas propuestas para combatir esta enfermedad son evitar la introducción de cangrejo americano en aquellos cursos de agua donde no esté presente (cosa que ya se ha prohibido, como se explicará más adelante) y limpiar los aparejos de pesca que se usen en zonas de río donde el parásito ya se haya detectado. Además, la construcción de diques de contención en los cursos de agua para evitar que los cangrejos puedan remontarlos aguas arriba se ha mostrado eficaz al contener la enfermedad en los tramos bajos de los ríos.
Existe otro cangrejo de agua dulce nativo de los EEUU que ha sido introducido en Europa, Pacifastacus leniusculus. Esta especie procede de la costa atlántica, a diferencia del cangrejo rojo, y su nombre común es “cangrejo del Pacífico” o “cangrejo señal”. No tiene aprovechamiento comercial y por lo tanto se encuentra menos extendido que el cangrejo rojo, pero el cangrejo del Pacífico también es un depredador que compite con las especies autóctonas de España y a su vez es portador de la afanomicosis
Polémica en la clasificación del cangrejo americano como especie invasora
Debido a la gran voracidad del cangrejo americano (que se alimenta de una variedad mayor de presas que los cangrejos autóctonos), a que desplaza a las especies autóctonas y a que es portador de varias enfermedades (no sólo la afanomicosis), la especie ha sido incluida en el catálogo español de especies exóticas invasoras. Esto supone que queda prohibido el aprovechamiento comercial de la especie en todo el territorio español, incluyendo el transporte de ejemplares y su captura.
Esta medida, aunque justificada, ha generado cierta polémica por parte del colectivo de los pescadores y aquellas empresas que se dedicaban a la crianza comercial del cangrejo americano. Los viveros de cangrejo rojo en las marismas del Guadalquivir tenían la mayor producción europea (y segunda a nivel mundial) de esta especie. Los beneficios que generaba la cría de cangrejo rojo superaban los 20 millones de euros anuales.
Las empresas afectadas por la prohibición han recurrido ante el Tribunal Constitucional la sentencia del Tribunal Supremo que incluyó la especie en el catálogo español de especies exóticas invasoras (tras una moratoria a esta medida por parte del Gobierno, igual que sucediera en el caso del arruí o del black bass, la perca americana).
Dejando de lado que fueron estas mismas empresas quienes introdujeron el cangrejo americano en España y por lo tanto las responsables, aunque de manera indirecta, del grave daño que este provoca a las especies nativas (junto con los pescadores), recurrir la sentencia del Tribunal Supremo tiene poco sentido. Por dos motivos:
- Primero, porque una sentencia del Tribunal Supremo es firme.
- Segundo, porque una especie invasora seguirá siendo invasora por mucho que a los pescadores les resulte apetecible pescarla (precisamente porque crece con mayor rapidez que las especies autóctonas, igual que el black bass) o porque resulte lucrativo criarla para fines comerciales.
La prioridad a la hora de legislar y cuidar el medio ambiente no debe ser el ocio ni los beneficios económicos, sino conservar nuestra riqueza natural a largo plazo.
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