¿Qué es la intolerancia a la lactosa y por qué se produce?

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La intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir correctamente la lactosa presente en la leche que puede ocasionar molestias gastrointestinales como gases, diarrea… es importante distinguirlo de la alergia a la leche donde lo que existe es una reacción alérgica (mediante la generación de inmunoglobulinas E) a las proteínas presentes en la leche como la caseína, betalactoglobulina y/o alfalactoalbúmina.

La intolerancia a lactosa frecuentemente permite el consumo de yogures, quesos…y productos derivados de la leche fermentada sin demasiados problemas porque el contenido en lactosa no es tan elevado. Las personas alérgicas a la leche no pueden consumir ningún producto de leche y derivados (en su gran mayoría de vaca) en ninguna cantidad.

En la intolerancia a la lactosa, esta incapacidad de digerirla, conlleva que llegue al intestino sin digerir, fermentándose por las bacterias que hay en el microbioma intestinal y generando los problemas mencionados anteriormente.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es el principal carbohidrato que podemos encontrar en la leche de las hembras de la mayoría de los mamíferos en una proporción entre 4 y 7%.

Se considera un carbohidrato complejo porque está formado por dos carbohidratos simples (o monosacáridos): glucosa y galactosa. Si bien la glucosa es un monosacárido presente en multitud de alimentos naturales y procesados, la galactosa sólo se encuentra en la leche. El ser un carbohidrato complejo implica que su digestión no es tan simple como la de un carbohidrato simple y tiene que digerirse.

La galactosa forma parte de los glucolípidos y glucoproteínas que están en la membrana celular especialmente en las neuronas. Existe una enfermedad llamada galactosemia cuyo síntoma es que las personas que la padecen son incapaces de digerir la molécula de galactosa por lo que deben evitar los alimentos que la contengan: todos los lácteos, algunas carnes, vísceras, productos preparados donde se desconoce el contenido en este azúcar. No tiene nada que ver con la intolerancia a la lactosa y suele presentarse a muy temprana edad.

La lactosa se digiere gracias a una enzima llamada lactasa que hidroliza el disacárido lactosa. Su carencia es lo que provoca la intolerancia a la lactosa. Si bien desde niños nacemos con la enzima lactasa que nos permite digerir la leche materna, lo que sucedía en los primeros humanos es que a medida que crecían dejaban de producir lactasa, se estima que a partir de los 3 años, y desde entonces eran intolerantes a la lactosa.

¿Por qué somos intolerantes a la lactosa?

Hace 10.000 años los seres humanos eran incapaces de digerir la lactosa en la edad adulta. Casi todos los mamíferos producen lactasa durante la infancia y período del amamantamiento ya que es necesaria para digerir la leche materna.

Posteriormente, la capacidad de producir lactasa se pierde forma natural en casi todos los mamíferos. De esta forma se evita que las crías se mantengan alimentándose de leche materna hasta que sean adultas y que no compitan por el alimento con la posible nueva descendencia.

A modo de curiosidad, si eres una persona tolerante a la lactosa y vuelves a tomarla tras un período prolongado sin hacerlo, es posible que sientas molestias como si tuvieras intolerancia. Es algo normal y se soluciona volviendo a tomar leche en pequeñas cantidades.

Y si lo normal es dejar de producir lactasa, ¿por qué hay muchas personas que no tienen intolerancia? Los últimos estudios apuntan a una razón evolutiva.

El desarrollo de la tolerancia a la lactosa

Durante el Neolítico, el ser humano comenzó a ser agricultor y ganadero, domesticando animales para alimentarse de su carne pero también de los productos fermentados derivados de la leche: los quesos y yogures cuya lactasa estaba degradada y era mucho más sencillo de consumir sin riesgo de muerte por diarrea.

Con el tiempo (hace unos 7.500 años) una mutación apareció en las poblaciones ganaderas del norte y centro de Europa de forma que era posible digerir la leche de otros animales y aprovecharse de su gran aporte nutritivo. En una época en la que el acceso a la comida era difícil y un factor crucial para la supervivencia, el poder consumir leche permitía la supervivencia en épocas de hambruna.

Sin embargo, también surgen preguntas que hacen que se planteen otras hipótesis. Mientras que en el norte de Europa esta mutación apareció y se extendió a una velocidad apreciable, en España hace 3.800 años todavía no éramos tolerantes a la lactosa pese a ya tener una cultura ganadera importante. Para más sorpresa, parece ser que surgió como mutación independiente y no traída por las poblaciones del norte de Europa.

Una de las hipótesis que se barajan para explicar esto es la hipótesis del calcio. En aquellas zonas donde la cantidad de sol disponible es más baja existe un mayor porcentaje de personas tolerantes a la lactosa. Para asimilar el calcio es muy importante la vitamina D que a su vez requiere de radiación ultravioleta procedente del Sol para ser sintetizada.

En aquellas zonas donde el déficit de vitamina D es más común porque hay menos radiación ultravioleta, la utilización de un alimento rico en calcio y vitamina D como la leche podía marcar la diferencia. Y esta presión evolutiva motivó la expansión de la mutación.

Aunque esta hipótesis todavía requiere mucha más investigación, lo que sí parece estar muy correlacionado es que la tolerancia a la lactosa aparece en las regiones donde existe un desarrollo ganadero importante y temprano.

En Europa es más improbable encontrar intolerantes a la lactosa con una incidencia del 1% en Suecia, un 15% en España; pero en poblaciones asiáticas o africanas las cifras se disparan al 80% de los árabes, el 93% de los centroafricanos o el 98% de los tahilandeses.

Fuente: ADILAC

Así pues si tienes intolerancia a la lactosa no es algo anormal, si no que es algo que es hasta habitual según regiones. Si aún así no quieres dejar de tomar leche por sus valores nutritivos siempre puedes recurrir a un estupendo producto de la ciencia: la leche sin lactosa.

¿Cómo se fabrica la leche sin lactosa?

Aunque a la leche se le puede eliminar la lactosa utilizando filtros de pocos micrómetros lo más habitual es realizarlo degradando la lactosa presente naturalmente en la leche en sus dos moléculas: galactosa y glucosa.

Hay dos formas de eliminar la lactosa de la leche:

  • Añadiendo lactasa directamente a la leche para que haga la hidrólisis de la lactosa
  • Pasando la leche por un soporte donde se encuentra inmovilizada la enzima de forma que la lactosa se digiere y la lactasa puede usarse varias veces.

Como hemos dicho, la lactosa se degrada en galactosa y glucosa. La glucosa es más dulce que la lactosa y es por este motivo que la leche sin lactosa tiene sabor más dulce que la «leche con». El resto de perfil nutricional de la leche es exactamente igual que la leche normal, por lo que sigue siendo un alimento muy nutritivo.

Si no tienes intolerancia a la lactosa no tendrías por qué dejar de tomar leche con lactosa, estás en el grupo de los mutantes y nada malo te puede pasar.

Licenciada en Biología con las especialidades ambiental y marina por la Universidad de Alicante.